Las corbatas hablan, me decía un colega, fijate en especial en las de los nuevos funcionarios. Así sugería cuando comentábamos de los insólitos enriquecimientos de ciertas figuras públicas. Y con respecto al punto comentaba: algunos dejan de ser insólitos para ser insolentes.
Hace unos años un experto periodista, radicado en Estados Unidos, realizó en Buenos Aires un seminario para profesionales argentinos, al cual tuve oportunidad de asistir. Allí destacaba que el ciudadano común, no accede fácilmente a datos e información que pueda darle referencias sobre quienes se postulan a cargos públicos, cuyas decisiones posteriormente, gravitarán en la vida de muchas personas. Ese hombre común puede conocer algo de esos personajes, que cuidan su imagen, porque -decía este experto observador-, siempre dejan aristas por las cuales se puede saber más de ellos y tal vez de sus intenciones.
Cuando el periodista, recomendaba este avezado hombre de prensa, entrevistara a un personaje en cuestión, o bien cuando éste se negase a ser entrevistado, debería detallar lo más didáctica y gráficamente posible el cuadro de situación. Describir al protagonista tal cual se presentara; desde el color de sus zapatos, su ropa, la marca del reloj que porta -si la conoce- vehículo desde donde se baja, detalles de la casa o despacho donde se realiza el encuentro. Todo habla. En ocasiones es más importante lo que se observa que lo que logramos que diga.
Las corbatas devinieron de un nombre que se le dio a un cuerpo de croatas, que en el año 1636 estuvo al servicio de Francia, donde se introdujo este accesorio para adornar y dar abrigo en sus uniformes, luego fue usado por las tropas coloniales españolas, según la etimología del diccionario. A los nudos no los menciona...
Según la mitología política vernácula, hubo un funcionario que con ausente pudor mostró su numeroso stock de corbatas, en las páginas color de una consumida revista de actualidad. Esta anécdota real, ¿es para el análisis de la sección política o la de moda? nos preguntábamos en la charla. Más de un lector recordará lo que menciono.
¿Pero qué hay detrás de un nudo de corbata de buena seda?
¿Desanudar el problema será lo mismo que desnudar al personaje?
¿Descomprimir en política, es desanudar?
Cuando un político cambia su modo de vivir y para ello inicia haciéndolo con su indumentaria, demuestra el axioma que alguna vez leí, que dice que representar a las clases menos favorecidas es la manera más rápida de dejar de pertenecer a ellas.
Con corbatas o sin ellas… hay que estarse atentos porque hay fabricantes de imágenes para consumidores desatentos; y recordar que la modestia no se disfraza y como cualidad sencilla y transparente que es, cualquier brillo la altera y perjudica. Es posible que muchos queden solo a la altura del uso del corbatín, que es una modificación de la original prenda, pero con más corto vuelo.
Elizabeth Tuma |