La caza no es un deporte ¿la vida si? C.B.
Quienes tienen el discutible hábito de la cacería, no como necesidad sino como pseudo deporte, conocen para cada caso las técnicas apropiadas tendientes a lograr éxito en sus objetivos.
Un ejemplo, es el aprovechar la denominada época de brama, para localizar más fácilmente a aquellos que servirán de trofeos de una guerra algo injusta. Ese es el momento en que el período de celo convoca a muchos animales en sitios más reducidos, que se evidencian entre bramidos y mugidos. Mientras los machos pelean entre ellos para decidir a quien pertenece cada hembra, los cazadores discuten quien tiene prioridad para aniquilarlos.
Saber caminar en el desierto o en la fronda, es todo un arte que ayuda a la supervivencia, animal o humana.Tender celadas o cazar al acecho son parte del mecanismo que algunos emplean. Lo mismo que las manadas de ciertas tribus buscan sus tributos.
También, en política se dan momentos de celo que se repiten periódicamente y que adquieren obsesivamente preeminencia sobre cualquier otro objetivo primordial. Se producen así verdaderos safaris políticos destinados a captar tanto a electores, como también a elegibles.
La integración social es meritoria, pero no puede estar fundada en el engaño y el disfraz. Los cruzados les dejan las cruces a otros para reproducirse con otras cruzas.
Los aspirantes no nos dan detalle de la trama política y sus mediaciones a medias. La hinchada del show pseudo deportivo que se desarrolla en épocas electorales, al vulgarizar los defectos y no desarrollar la capacidad de modificarlos, transforma las enfermedades de conducta en epidemias, y convierte a los sujetos en objetos.
Los versos y su tergiversación permanente convierte al voto electoral en un acertijo muy afín a una timba. Todos los ciudadanos deberíamos archivar las declaraciones de los candidatos, y los compromisos que adoptan para repasar en cada momento la coherencia o el engaño en sus funciones. De esta manera no tendríamos que esperar que muchos años después ciertos historiadores escriban su interpretación sobre lo que pasó. Es quizás un buen procedimiento para evitar que vuelva a pasar.
No aceptemos la impunidad de los delincuentes, porque sino nosotros seremos los castigados. La corrupción impune es la mayor derrota moral de una República.
Así como hay animales carniceros, también hay plantas carnívoras...
Carlos Besanson |