Se puede cambiar y aggiornar las normas legales, pero no alterar la moral y la ética de quienes gobiernan...
C. B
Con lamentable frecuencia los medios noticiosos informan sobre desgraciados accidentes en las calles y en las rutas que se transitan.
En los comentarios pertinentes se afirma, con fundamento suficiente sobre la irresponsabilidad de quienes conducen los vehículos, y de aquellos que se cruzan indebidamente en sus caminos.
Estos lamentables episodios generan el pesar de muchos, pero los casos no se encauzan adecuadamente como un mecanismo de aprendizaje y de docencia; por eso la repetición constante de dolorosas falencias humanas.
En estas situaciones se dice públicamente de la violación de derechos y de normas conocidas, pero no acatadas.
Esa queja generalizada no se aplica a otras situaciones que destruyen a una sociedad sin matar ostensiblemente a la gente. Me refiero a los fraudes de funcionarios y representantes de los ciudadanos que actúan en cualquiera de los tres poderes constitucionales.
Así como conducir vehículos es un arte personal, dirigir bien un país es un anhelo envidiable por todos.
Invertir bien en las cuentas públicas, sin defraudar al público, es una equilibrada etapa inicial para los funcionarios
Si se llega al poder corrompiendo y mintiendo, ¿qué es lo que nos hace pensar que ocupado el poder se producirá el milagro de cambiar éticamente?
La prensa mundial nos muestra cotidianamente fraudes en todas partes, sea del primer o del tercer mundo. La globalización también abarca la delincuencia de aquellos que en apariencia llegaron al sumun.
El arte y la responsabilidad de conducir y manejar la cosa pública requiere vocación de servicio al prójimo, más que vocación de poder al otro.
Determinar apropiadamente el momento de acelerar, y el instante de frenar en cada caso, es un arte que requiere una práctica apropiada no fundada en el concepto válido para otras situaciones de error y corrección, sino en acierto y mejora de ese acierto.
Pero no todo es correr... Hay que capacitarse para cuidar y mantener el medio empleado, y para eso también hay que saber... y llegado el momento saber cambiar el modelo de acuerdo al service disponible y el acceso a los repuestos necesarios.
Se puede elegir otra marca de vehículo que lo transporte, pero no otro país...
Este texto editorial podría haberlo escrito hace 20 años, o tal vez dentro de otros tantos volver a publicarlo. La pregunta es si ¿la estupidez humana es congénita o hereditaria por sucesión?
Carlos Besanson |